Análisis y reflexión22/12/2020

Lo que nunca debe estar en riesgo es el amor

Estamos en las puertas de la Navidad, que en este año tiene connotaciones especiales. Los vínculos familiares y sociales están como paralizados ante los obstáculos que padece la comunicación; el miedo personal y ambiental crecen ante un futuro incierto; se cierran las puertas de nuestros hogares para que el coronavirus no nos contagie; las pequeñas empresas están hundidas, esperando que alguien las salve del naufragio; el aumento de la pobreza y la exclusión hacen crecer las colas en nuestras Cáritas y en otras instituciones; la desazón y el llanto se apoderan de las familias ante la enfermedad y la muerte que traspasó los muros de la sanidad… La desesperanza y la desconfianza, unidas a la tristeza, van apoderándose de nuestro psiquismo, de nuestros hogares, haciendo que lo sueños se rompan en pedazos. Las utopías se alejan de nosotros y crece la indiferencia cómoda, fría y globalizada.

Y ante este panorama, nuestras Cáritas, con esperanza, ofrecen salvavidas en pueblos y barrios, queriendo salvar de la exclusión y la pobreza a miles de hermanos. Queremos dar cobijo y posada al que llama a nuestras puertas. Iniciamos procesos de transformación y utilizamos el arma del diálogo, para poder luchar contra la pobreza con otras instituciones. Voluntarios y trabajadores salimos de nosotros mismos para abrir caminos, crear vínculos, aportar esperanza, acompañar al herido, marcar caminos de dignificación y de defensa de los derechos humanos. Somos como esas pequeñas estrellas que indican dónde está hoy el pesebre en el que habita Jesús, recordando constantemente en nuestro corazón: “Lo que hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.

La esperanza de Jesús, que brota y crece entre las pajas de aquel pesebre de Belén, puede calentar hoy nuestro corazón y hacer que nuestro logos de Cáritas sea una realidad en la vida cotidiana de nuestra institución, sabiendo que sólo la fraternidad fundamentada en el amor puede hacer posible lo imposible: romper fronteras, crear sociedades abiertas que integren a todos, abrirnos a la comunión universal, crear vínculos, cultivar la ternura y la gratuidad que acoge y hacer realidad con otros los horizontes de los sueños evangélicos. 

Con nuestro logos de Cáritas queremos recordar constantemente que “todos los creyentes necesitamos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar (cf. 1 Co 13,1-13)” (FT 92). “El amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro, considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos” (FT 94).

Feliz Navidad para todos. Anunciemos con nuestros signos “que lo que nunca ha de estar en riesgo es el amor” (FT 92).