Personas sin hogar y salud mental
La situación de exclusión se ve agravada en muchas ocasiones con la existencia conjunta de un problema de salud mental
La exclusión social es un fenómeno multicausal en el que la coexistencia de diferentes factores hace que la persona quede desplazada del funcionamiento social normalizado.
Hace veinte años, hablar de enfermedad mental asociada al consumo de drogas o a la situación de sin hogar era la excepción, pero actualmente empieza a ser la norma. Una realidad con la que nos encontramos a menudo en nuestros recursos para Personas Sin Hogar de Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz, es la de personas en situación de exclusión agravadas y cronificadas por una situación de sin hogar, en muchas ocasiones con la existencia conjunta de un problema de salud mental (que puede ser leve, como la ansiedad, o más grave como la esquizofrenia), y sumado a un problema de conductas adictivas.
Durante los años 2020-2021, los centros para PSH de Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz, atendieron a 687 personas (el 20% mujeres frente al 80% hombres), de las cuales el 21% presentaban alguna enfermedad mental, y de éstas de las que un 14% con problemas de consumo de sustancias añadidos. En las mujeres la presencia de alguna enfermedad mental es más elevada que en los hombres (31% en las mujeres frente al 20% en los hombres).
Es muy importante que pongamos nuestra mirada en la realidad que viven las mujeres en situación de sin hogar y enfermedad mental. Durante los últimos años, hemos observado un aumento paulatino y constante de mujeres dentro de los recursos de personas sin hogar. Las características que afectan a las mujeres son estructurales, múltiples y procesuales, todo ello agravado por la violencia presente en muchas de sus historias vitales y que agrava la situación de exclusión.
La situación de calle a la que se enfrentan las personas, en gran parte de los casos, les ha impedido acceder al sistema sanitario. Ha impedido tener un diagnóstico definido o bien no tener reconocida alguna discapacidad hasta el momento. Esto es uno de los primeros aspectos a abordar y es preferible iniciarlo cuanto antes, ya que son trámites que se alargan excesivamente en el tiempo, pero, a su vez, son necesarios para poder dar una respuesta ajustada a sus necesidades.
Las personas sin hogar con una enfermedad mental se caracterizan por presentar un mayor número de hospitalizaciones, de solicitudes de servicios de urgencias, mayor inestabilidad familiar y marginación social, en algunas ocasiones presencia de conductas violentas/ideación suicida (en períodos de desestabilización), menor cumplimiento de la medicación, etc. Esto es debido a que existen muchas dificultades de acceso a la red asistencial, ya que, al encontrarse en una situación de calle, puede que no estén empadronados, no tienen un lugar para que se les notifiquen las citas, están en consumo activo de otras sustancias (drogas, alcohol…), y por lo tanto, cuesta dar continuidad al seguimiento que se les realiza desde los equipos de salud mental. Todo esto, les puede llevar a una mayor situación de aislamiento social, una mayor estigmatización y también arrastrándoles a una menor confianza en sí mismos, afectándoles en el agravamiento de su sintomatología.
¿Qué objetivos trabajamos desde Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz?
- Estabilización física y psíquica: se realiza acompañando en la adquisición de hábitos saludables (hábitos de higiene, horas de sueño, dieta saludable, ejercicio físico, actividades de ocio y tiempo libre). Incluir a la persona en la red asistencial de Salud Mental, para realizar un diagnóstico o retomar el seguimiento si ya está diagnosticado (Equipos de Atención Primaria, Unidades de Salud Mental, ECAs…)
- Evaluación de necesidades personales y establecimiento de sus objetivos, a trabajar desde distintas áreas.
- Concienciación de la enfermedad. Una característica que los define es que presentan una fuerte resistencia a reconocer su problemática e identificar sus síntomas como parte de un trastorno. Este objetivo se lleva a cabo a través de entrevistas con el área psicológica, grupos (autoayuda, psicoeducativos) y diferentes talleres. Sin olvidar darle contenido a su tiempo libre con distintas actividades, dentro y fuera de los centros.
- Prevenir conductas de riesgo. En el caso de personas con patología dual (enfermedad mental y adicción), mantener la abstinencia. También identificar situaciones donde es más fácil para ellos desestabilizarse y dotarles de estrategias para evitar y/o afrontarlas, dependiendo del caso. Y, por último, el trabajo con las familias (siempre que sea posible).
La incorporación de la familia permite alcanzar una mayor implicación en el seguimiento terapéutico. Ofreciéndoles un espacio donde también ellos pueden ser escuchados y compartir cómo se sienten, qué dudas les asaltan, etc…
Es necesario resaltar la necesidad del trabajo en red. Trabajar de la mano entre diferentes entidades públicas o privadas (recursos sin hogar, recursos de salud mental, recursos sanitarios…), es siempre enriquecedor para estas personas. Una buena coordinación en este sentido permite establecer sinergias, articular intervenciones simultáneas y tener un mismo prisma de la persona que impulse la consecución de sus objetivos.