Noticia03/05/2022

El Centro de Emergencia de Mérida de Cáritas Diocesana cierra tras acoger a 90 personas durante los meses más fríos del año

Este recurso se puso en marcha gracias a la financiación de la Junta de Extremadura y la gestión de Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz y Cáritas Arciprestal de Mérida.

El pasado sábado 30 de abril cerraba sus puertas el Centro de Emergencia de Mérida de Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz, ubicado en la calle Suarez Somonte Nº66. Este recurso se puso en marcha el 1 de diciembre de 2021 desde la preocupación despertada ante la situación de un grupo de personas que se encontraban durmiendo en las calles de Mérida y, por lo tanto, en una situación de vulnerabilidad durante los meses de frío y la desprotección ante la COVID-19.

En los 5 meses en los que ha permanecido abierto este recurso han pasado por el centro un total de 90 personas, las cuales han podido encontrar un hogar, un lugar donde sentirse protegidos y recuperar la dignidad que la calle les había arrebatado, con la posibilidad de comenzar un proceso desde el que se les ofrecía una oportunidad de poder salir de la situación de exclusión social en la que se encontraban. «De esta manera, añade Víctor Martínez, director del centro, a lo largo de estos meses, desde el Centro de Emergencia se han ido derivando a personas a otros recursos con la finalidad de acompañarles en el proceso que supone salir de su situación de exclusión social». Con el apoyo de otros recursos como Centro Hermano de Badajoz, Padre Cristóbal de Mérida, C.A.T. de Plasencia y la casa de acogida Virgen de las Cruces de Don Benito. Además de otras tantas personas que han encontrado trabajo o alquilado habitaciones.

Un voluntariado incansable

Nada de esto hubiera sido posible sin el capital humano con el que hemos contado desde Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz.

Nueve personas voluntarias que han dedicado su tiempo, cariño y generosidad para atender a personas que venían de la calle, en un momento tan difícil y de tanto miedo como el que estamos viviendo por la pandemia, y en el que las recomendaciones nos impiden tener un contacto social más estrecho. Las personas voluntarias se han dedicado a la acogida cercana y cálida de todas las personas que llegaban a la puerta del Centro de Emergencia.

Tampoco hubiera sido posible sin la ayuda y colaboración del Comedor Social de Mérida, que en todo momento ha sido un apoyo para las personas que han vivido en el Centro de Emergencia.

Cerrar este recurso deja ese sabor agridulce que implica una despedida. Por un lado, con tristeza, porque llega a su fin este tiempo que hemos compartido lleno de vivencias y aprendizajes. Pero, por otro lado, llenos de ilusión por el camino que emprenden todos los participantes del Centro. Llenos de ilusión porque el proyecto se está consolidando en la ciudad de Mérida al ser este su segundo año consecutivo.

La consolidación de este proyecto nos hace ser mucho más conscientes que toda persona merece vivir con dignidad, es decir, tener un hogar con todo lo que ello implica y no cabe duda que allá donde quiera que haya un centro de emergencia, también dignifica el lugar donde se encuentra.

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